Para algunos despunta como la nueva capital de la UE, por tomarse aquí, más que en Bruselas, decisiones fundamentales en medio de la crisis
La Batalla de Berlín en la que cayó Adolfo Hitler (1945) y más tarde la construcción y caída del Muro de Berlín (1961-1989) son probablemente algunos de los pasajes más presentes de esta ciudad, pero su historia se remonta al año 1237 y justamente hoy se coronan los festejos por el 775 aniversario de la capital alemana.
La que para algunos analistas despunta como la nueva capital de facto de la Unión Europea -por tomarse aquí, más que en Bruselas, decisiones fundamentales en medio de la actual eurocrisis- nació con el nombre de Cölln, pero tras la posterior unión con el pueblo de Berlín conservó el nombrede éste.
Desde su fundación, en la Baja Edad Media, el enclave prosperó en buena medida gracias al floreciente comercio que se vivió en la Marca de Brandenburgo, impulsado por el cruce de los ríos Spree, Havel, Panke y Wuhle.
Luego su lugar en la historia lo ganaría al ser la capital del Reino de Prusia (1701-1918), del Imperio Alemán (1871–1918), de la República de Weimar (1919–1933), del Tercer Reich (1933–1945) y de la reunificada República Federal Alemana, que trasladó desde Bonn hasta aquí su sede.
Desde este histórico barrio, restaurado en 1987 como parte del 750 cumpleaños de la ciudad, la anterior gran fiesta de aniversario, se puede acceder caminando un par de cuadras a la Torre de la Televisión –que domina el horizonte desde casi cualquier punto de la ciudad–, al corazón de esta capital llamado Alexanderplatz o a la Isla de los Museos, caminando por la orilla del Spree.
Frente a ese conglomerado representado por el Museo Bode, el Museo de Arte Islámico, la Antigua Galería Nacional, el Museo de Pérgamo o el Museo DDR , declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, se encuentra la Schlossplatz (Plaza del Castillo), donde un mapa sobre el asfalto muestra en buena medida lo que es actualmente esta capital: una ciudad plural abierta a los otros, a lo diferente.
La obra cartográfica formada por 274 paneles que cubren una superficie de 2 mil 500 metros cuadrados corrió a cargo un equipo de ocho artistas y arquitectos berlineses que trazaron la ciudad a una escala 1:775, en clara alusión al aniversario que se celebra.
El plano transitable ha permitido recorrer Berlín durante tres meses a través de diez tópicos relacionados con la comunidad inmigrante. Se muestra la variedad culinaria, religiosa, científica, musical o económica de hugonotes, polacos, judíos de Europa del Este, trabajadores del sur de Europa, refugiados de guerra, expatriados y, más recientemente, artistas de todo el mundo.
En México, el consejero y portavoz de la embajada de Alemania, Mirko Schilbach, asegura que esa apertura es una de las principales atracciones de Berlín: “Para muchos tiene prácticamente la marca registrada de libertad, de historia, porque no puedes dar un paso en Berlín sin vivir historia. La historia mala de los años treinta y cuarenta, pero también la historia arquitectónica (de otros tiempos)”, asegura.
Para subrayar esa política de constante integración, Schilbach recuerda que el pasado miércoles Alemania develó el monumento que recuerda a los 500 mil gitanos asesinados durante el nazismo.
De Berlín, particularmente, el diplomático destaca que aunque no es una región que se distinga por su efervescencia económica en la actualidad, sí es un punto que destaca por su industria sin chimeneas, principalmente el turismo y el arte.
“Todos los tipos de artes: contemporáneo, teatro, pintura, museos y street art. Yo veo también un gran crecimiento en el turismo y sobre todo en el turismo de jóvenes.
“Se ha podido ver en los años pasados el incremento de vuelos, sobre todo en líneas de bajo costo. Son turistas no digamos de lujo, que sí los hay, pero la mayoría son jóvenes, estudiantes, artistas. Esa es la parte fuerte de Berlín”.
Pero no sólo los viajeros se han visto atraídos por esta urbe del noreste alemán que suma 3.5 millones de habitantes y que en el 20 aniversario de la caída del Muro, en 2009, recibió el Premio Príncipe de Asturiasde la Concordia por quienes perdieron “su vidao su libertad”, como por aquellos que tras su caída fueron “capaces de construir, sobre las cicatrices de la división, una sociedad abierta, acogedora y creativa”.
De ahí que inmigrantes como Panke Nicolat, tatuador y skate originario de la Ciudad de México, hayan decidido perder su avión de regreso luego de haber llegado como meros visitantes a Berlín.
Quien dice extrañar sólo a la familia y los amigos –pues la comida mexicana también se puede conseguir aquí y el smog y la criminalidad no le representan ninguna añoranza– destaca que en esta ciudad los prejuicios no son impedimento para que un trajeado se divierta en un bar donde se escucha metal pesado ni para que un rockero sea policía.
“Me veo y digo: ‘me faltan tatuajes para Berlín’. Aquí ves cajeros de bancos, doctores, doctoras, educadoras de kínder, pero no con un tatuaje, sino todos tatuados. Es algo ya muy normal”, señala quien sólo vino a visitar a su hermano que estudiaba un doctorado en bioquímica y luego un posdoctorado, y hoy lleva seis años radicando en esta urbe, más de la mitad ya de forma legal.
Otro caso es el del grafitero Víctor Manuel Pérez, quien fue comisionado para dejar un grafiti en el pasaje de la Haus Schwarzenberg, un inmueble del siglo XIX que acoge un cine, un café y galerías alternativas en plena Rosenthalerstrasse, una arteria colmada de tiendasy restaurantes de cadenas internacionales.
“Para venir por primera vez a Europa fue a través de dos festivales en Italia, y la primera vez que tuve una individual fue en Alemania, porque en Oaxaca hice un exposición y un curador de aquí fue y vio mi trabajo”, explica mientras delinea con una brocha las plumas de un águila que por las mañanas verán grupos de escolares, por las tardes turistas de todo el mundo y por las noches los parroquianos de un bar de música electrónica que después de las 4 de la mañana sigue abierto.
Así despierta hoy Berlín para el cierre de los festejos del jubileo por sus 775 años de historia, con símbolos visibles como la Puerta de Brandenburgo o la Columna de la Victoria, y con otros reconocibles de manera distinta.
“Los alemanes como tienen un poco de culpa de lo que hizo su cultura hace algunos años ayudan mucho a la gente. Aquí cuando compras algo te dicen: ‘buen día, buen fin de semana’, en México eso no pasa. La gente es muy abierta. Está mal esa idea que tenemos de que los alemanes son muy fríos; son reservados, pero fríos no”, considera el tatuador mexicano.
Al preguntarle al diplomático si ese “bono de culpa” se diluirá en el futuro cercano, éste confía en que la pluralidad continuará. Fundamenta su dicho en que hoy el mundo se integra cada vez más y pone como ejemplo el libre tránsito en la Comunidad Europea, pero hace a un lado la actual discusión en torno a la continuidad de la moneda única, el euro.
“Claro que sí va a prevalecer este movimiento, este desarrollo”, concluye Schilbach.
Oliver Flores Rodríguez / Enviado Excélsior
No hay comentarios:
Publicar un comentario