viernes, 12 de octubre de 2012

Investigación UNAM: El lenguaje en los ojos de tu bebé


Entérate: A medida que crece, el infante aprende a comprender el vocabulario del adulto para luego expresar sus propias palabras.

Vamosajugarconlapelotarojaminene ¿Lograste entender la frase? Pues así, de corrido y sin espacios claros, es el flujo de palabras que reciben los bebés de los adultos.

Especialistas en desarrollo infantil reportan que desde los 8 meses de edad, un bebé puede identificar palabras en una oración sin pausas. Esta compresión es fundamental para desarrollar su capacidad de habla.

Pero si retrocedemos en el tiempo, el infante nos sorprende con sus balbuceos, esos sonidos que produce desde los primeros días de nacido. Si los adultos son sensibles y atienden su comportamiento, el bebé reaccionará produciendo más sonidos.

A medida que crece, el infante aprende a comprender el vocabulario del adulto para luego expresar sus propias palabras. Elda Alicia Alva, coordinadora del Laboratorio de Infantes de la Facultad de Psicología de la UNAM, afirma:

“El habla va a depender de qué tanto el niño coordina lo que sabe con lo que puede expresar, y eso también es un proceso complejo, pues involucra lo conocido y lo comprendido desde el nacimiento.”

La adquisición del lenguaje varía entre un niño y otro. Algunos dicen sus primeras palabras desde los 12 meses de edad, otros tardan. Aunque las razones de estas variaciones no se conocen con exactitud, los psicólogos plantean que si un niño recibe mayores estímulos lingüísticos, podrá organizarlos de manera más eficiente y, en consecuencia, aprenderá más palabras con facilidad.

“El lenguaje es psicofuncional; es decir, si alguien habla es para algo, ya sea expresar lo que siente, piensa o conoce. En algunos casos, el retraso puede deberse a deficiencias auditivas, pero en la mayoría de las veces la sugerencia es esperar la explosión del habla en cualquier momento.”

No obstante, los adultos pueden hacer mucho para estimular el lenguaje en la infancia: interactuar continuamente con el pequeño, hablarle y, sobre todo, escucharlo y responder a sus preguntas.

La exploración de la mente del bebé a través de los ojos es una ventana a la comprensión de la adquisición del lenguaje. Esto es posible gracias a la tecnología con que cuenta el Laboratorio de Infantes de la UNAM, único en su tipo en América Latina.

Ahí el bebé, siempre acompañado de su madre, entra a una cabina equipada con cámaras de video y dos pantallas. Los psicólogos le presentan una serie de estímulos visuales y sonoros (por ejemplo, la palabra “plátano” y al mismo tiempo, la proyección de dos imágenes, el fruto es una de ellas).

Las cámaras graban todas las reacciones del infante. Luego los especialistas analizan de manera especial el movimiento de sus ojitos para reconocer aquello que llama su atención. Así, los estudiosos del lenguaje infantil han identificado que a partir de los 2 años de edad, los niños distinguen entre singular y plural, masculino y femenino, así como su impresionante capacidad de aprender nuevas palabras.

“Si les preguntamos ¿dónde está la…? A diferencia de ¿dónde está el…? Un pequeño es capaz de anticipar el objeto que se va a nombrar dirigiendo la mirada hacia la imagen correspondiente,” precisa Elda Alicia Alva, sin ocultar su fascinación por las capacidades de los bebés.

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